8 feb 2009


LA NOCHE DE LAS HADAS
Va cayendo lentamente la tarde y el sol indolente,
lanza sus débiles rayos a través de los árboles del bosque,
dando un color rojizo a las hojas que se mecen al compás del viento.


La noche tímidamente empieza a hacer su aparición
y el encargado de encender las estrellas
ha empezado ya con su cotidiano trabajo.

Toma una nube en la mano
y con ella les va
sacando brillo una por una.
Las quiere. Las mima.
Y ellas con un guiño
le agradecen su esmero.


¡Son tan coquetas!
Mientras, allá abajo,
en aquel claro del bosque,
la luna ilumina al viejo árbol
que extiende perezosamente sus ramas,
mientras abre la boca en un bostezo,
para a continuación exhalar un suspiro.

Es noche de luna llena.
Noche de ritual.
Noche de ceremonias.
Noche de hadas. .


Se acerca el momento.
La noche se llena de suaves sonidos
que acarician el alma.
Todo es paz. Todo es calma.
Rumor suave de alas se oyen en el aire.
Pequeñas luces van bajando.
Distintos colores que van iluminando
el claro del bosque y toman forma humana.
La última en llegar, la que trae el color verde,
verde como el mar.
El viejo árbol bosteza.
Paz.
Calma.
Es la noche de las hadas.

EL HADA MOIRA Y EL DUENDE KRULL


En un bosque vivían duendes y hadas. Cada uno se dedicaba a lo suyo. Los duendes en proteger a las personas, tanto cuando ingresaban a él, como cuando estaban en sus casas. Las hadas por su parte endulzaban el aire con sus bellas canciones y revoloteos brillantes sobre las flores y los árboles.También estaban las hadas y duendes malos, que hacían conjuros para hacer el mal cuando eran invocados por personas que así lo quisieran. Un día el Hada Moira (que era de las buenas), revoloteaba entre las flores y los árboles; ella no sabía que Krull (un duende) la estaba espiando desde la base de un roble; y que había quedado embelesado al verla.Los duendes tenían prohibido acercarse a las hadas. Krull intentó resistirse, pero su corazón latía cada vez con más fuerza al verla. Ya estaba por irse Moira, cuando Krull le silbó desde abajo del árbol."Hola, soy Krull, ¿y tú?" Ella al verlo se asustó, pero sintió dentro suyo algo especial. Le contestó: “Soy Moira”.


El duende le pidió que bajara a la base del árbol. Moira recordó que no estaba permitido hacerlo. Pero igualmente, se acercó a él. Fue amor a primera vista, no lo podían creer. Estuvieron abrazados por largo tiempo, charlando como si se conocieran de otra vida. De pronto desde lo alto cayó un rayo sobre ellos, proveniente de quién sabe qué poder supremo, pues aquel amor era algo que no debía permitirse. Ambos murieron abrazados, y con el tiempo al pie del árbol crecieron dos pequeños robles entrelazados. Entre las hadas y los duendes se comentaba, que todos los años el mismo día de la muerte de Moira y Krull, los robles brillaban y emitían murmullos con palabras de amor.